martes, 28 de octubre de 2008

ILUSIÓN DE REFLEJO por Libia Pérez

La Casa Encendida expone hasta el 4 de enero “Reflejos de la India Contemporanea”, una reducida muestra de las obras de cuatro artistas que comparten origenes pero no maneras. La propuesta se completa con un ciclo de cine, videoarte y un taller.


Dice Jose Guirao, actual director de La Casa Encendida, que la exposición Reflejos de la India Contemporanea es una muestra más de la lucha contra el etnocentrismo dominante en el arte contemporaneo de occidente. Después de exponer dudosos reflejos latinoamericanos, africanos o chicanos, ahora toca la India que, casualmente, será el país invitado en la futura edición de ARCO 2009. Así, aprovechando antes de tiempo el tirón de la feria, LCE se cubre con un velo de multiculturalidad y pretende, con sólo cuatro artistas, construir un "evocativo collage de la compleja experiencia vital de la sociedad india".

No cabe duda de que la India es un país complejo, casi un continente, etnias, religiones, miradas de todos los colores confluyen en su territorio. Parece obvio, también, que no hay forma coherente de unificar en un solo paradigma la producción cultural de este vasto estado. Los carteles de Bollywood son los ejemplos más populares entre nuestro desconocimiento pero, naturalmente, no es esto lo que interesa al mundo del arte. Los cuatro artistas que ha reunido la comisaria de la exposición Luisa Ortinez, traen otra visión de su tierra, que no es ni pop ni glob, pero tampoco reveladora.

Lo primero que llama la atención de esta muestra es el escaso espacio que ocupa en el sótano del edificio. Poco espacio, pocas obras y pocos artistas para un pretencioso cometido. No obstante estos cuatro representantes de la India merecen un reconocimiento al margen del título de la exposición o la política del centro.

Dos pinturas de N S Harsha (Mysore, 1969) dan una bienvenida llena de color al visitante. Payasos suicidas que sangran por la nariz en Poca Gracia y una dudosa crónica de su tiempo en De los creadores de la nausea a los estantes del supermercado. Harsha ha recibido recientemente el Artes Mundi Price por su trayectoria artística y dice combinar su minuciosidad en la pintura con grandes instalaciones que parece que en esta exposición no tenían cabida. Un reflejo cuanto menos visceral de su país.

Completan la primera sala las fotografías de Anup Mathew Thomas (Kochi, 1977). Una batería de imágenes desoladoras de salas de baile y clubes nocturnos desiertos proyectada sobre una pared. Documento histórico de una realidad ya caduca. Según cuenta el artista, fotografió estos locales cuando fueron cerrados por el gobierno indio por servir de promoción a la prostitución. Otra muestra de su trabajo es la serie de retratos de catorce obispos diferentes en representación, cada uno de ellos, de su correspondiente facción del cristianismo. Multireligión ataviada con todos sus atributos. La obra de Anup se completa con las 500 fotografías sobre su padre proyectadas en sendas paredes enfrentadas.

La siguiente sala está ocupada por la obra de Sheela Gowda (Bhadravati, 1957) y es quizás la más interesante. Dos acuarelas de gran formato y dos instalaciones. Gowda ha participado de las grandes muestras de arte de occiente, como la Documenta 12 o la Bienal de Lyon, pero asegura que su obra es un puro reflejo de su tierra. Ha sido comentada, quizás demasiado, por usar en su obra escrementos de vaca con intención simbólica. Sin embargo en las tres obras expuestas en LCE no aparece este material. Las dos acuarelas forman una única pieza bajo el título 2/7 Agneepath. Se trata de una fotografía de un periódico y un fotograma de una película que mezclan ficción y realidad en una representación de la violencia. Las instalaciones son mucho más oníricas y evocadoras. Materiales industriales para despertar la esperanza de lo pobre.
Es Gowda, de estos cuatro artistas, la única mujer que, sin embargo, asegura no asumir su creación desde una perspectiva de género ni sentirse oprimida por su condición femenina. Su corta estancia en Madrid culminará además con un taller de artes plásticas en la misma casa.

Finalmente, el cuarto artista nos sumerge en una habitación oscura en la que ocho proyectores nos rodean a modo de caleidoscopio para ofrecer una visión múltiple y muy sensual de esta India recortada. Es la obra The Lightning Testimonies de Amar Kanwar (Delhi, 1964) que fue realizada para la Documenta 12. Kanwar procede del mundo del cine independiente y emplea sus videoinstalaciones para hacer llegar sus documentales al espectador de otro modo. En este caso, son distintas historias de violencia sexual camufladas entre imágenes de niños, banderas, cielos, artesanos, ropa tendida, fuego o paisajes lluviosos.

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