miércoles, 22 de octubre de 2008

NANCY SPERO: PASTORALES FEMINISTAS por Julia Ramírez

Nancy Spero. Disidanzas
14 octubre-5 enero 2008-10-16
Comisariada por Manuel Borja-Villel y Rosario Peiró
MNCARS


La artista norteamericana Nancy Spero realiza en el MNCARS su primera gran retrospectiva europea, que ya ha sido vista en el MACBA. Nunca antes había albergado el Museo Reina Sofía una muestra de arte feminista de esta envergadura. La exposición, comisariada por Manuel Borja-Villel y Rosario Peiró, recorre con rigor toda la trayectoria de esta creadora, hoy un clásico dentro de los estudios de género.

Desde sus inicios en París con las Black Paintings (1959-60), puede verse ya el tema de la angustia, que será uno de los núcleos de su obra. Esta visión trágica tomará pronto contacto con la realidad de su momento cuando, al volver a EEUU, la guerra de Vietnam reclame su intervención. Surge así la serie War (1966-70), donde Spero representa la guerra en términos sexualizados, mediante pequeños dibujos rápidos en un nuevo soporte que le acompañará desde entonces: el papel. La visión de los conflictos armados es similar a la de Masson: son representados como una especie de violación sexual en un ruedo de pasiones ilegítimas. Y así, desde la personalización del dolor colectivo, Nancy Spero pasará a preguntarse por cómo expresar el dolor y el aislamiento más íntimos. Ello le hará dirigirse Artaud, adoptando su voz como propia en las Artaud Paintings (1969-70) y luego en el extenso Codex Artaud (1971-72).

Aparece ahora una gran preocupación por la creación de un lenguaje nuevo propiamente femenino, conectando con la reflexión lingüística de autoras como Kristeva o Cixous. Si éstas se preocuparon por la palabra escrita, Nancy se preguntará por la voz icónica de la mujer. Combinando palabra e imagen, la artista irá formando un vocabulario de signos, con imágenes arcanas de distintas culturas. En una suerte de primitivismo feminista que comparte con otras muchas creadoras, busca en el pasado los ecos de una sociedad anterior al patriarcado, con diosas Madre e ídolos de fertilidad. Si la Vanguardia miró hacia atrás buscando huir del orden burgués, las feministas harán años después lo mismo, revisando un aspecto que éstos habían olvidado: la libertad de la mujer. La Era Matriarcal es la Edad de Oro. Nancy Spero dirá que “había creado un nuevo lenguaje de signos”. Esta lengua inundará las paredes y ocupará la arquitectura en obras como Let the priests Tremble (1988) o Azur (2002), representando el gozo, o denunciando la violencia, como en las diversas versiones de la Ballad of Marie Sanders.

Las obras tienen cierta intención de ser manifiestos, como lo son también Torture of Women (1976) o la última, Maypole: Take no prisioners (2007), contra la guerra de Irak. Y debido a ello, hay que preguntarse por el efecto de una obra que quiere incidir en el mundo. La intensidad de otras piezas contemporáneas del arte feminista, como, por ejemplo, la famosa Dinner Party de Judy Chicago (1973) nos hace preguntarnos si a pesar de sus intenciones Spero de verdad desafía al sistema. Su gran aportación es lingüística. ¿Puede su nuevo lenguaje generar cambios, escándalo, revolución? ¿Acaso con él puede cambiarse el mundo de la mujer?

martes, 21 de octubre de 2008

DICOTOMÍAS por Luis M. Ruiz

DISIDANZAS
Comisario: Manuel Borja-Villel y Rosario Peiró
Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía (A1 Edificio Sabatini), Santa Isabel, 52
14 de octubre de-5 de enero de 2009


Es artista pero madre; guerrera pero pacifista; pintora pero poetisa; americana de nacimiento pero europea de adopción; es Artaud en esencia pero Mallarmé en la forma; es mujer pero sin olvidarse del hombre; es margen pero siempre mirando al centro; es clasicismo pero siempre desde una óptica moderna. Así es Nancy Spero, artista nacida en Cleveland (Ohio), que el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, en colaboración con el MACBA, homenajea a través de una sugerente y vasta retrospectiva. Una muestra que pone de manifiesto una trayectoria marcada por una constante dicotomía.

La dicotomía de, estando en París junto a su marido Leon Golub a principios de los sesenta, tener que atender a sus hijos de día y vomitar su frustración como artista de noche en la serie Black Paintings, obras con las que se abre la muestra. La dicotomía de mostrar lo sombrío de la guerra a través de vívidos colores, de trabajar motivos de artillería pesada sobre la fragilidad del papel, de representar los bombardeos como si fueran eyaculaciones de sangre. La dicotomía de contar con la influencia de Mallarmé a través de la obra de Artaud, de valerse de la marginalidad de éste para intentar ganarse su propia voz, de elegir el silenciamiento del poeta francés para intentar conquistar su propia lengua. La dicotomía de representar, en su obra The First Lenguaje (1981), el cuerpo como una grafía haciendo que éste se imbuya del ritmo de la poesía, y que la poesía se articule a través de la danza del cuerpo; de hacer que el espectador sea pasivo y activo a su vez, observe y participe, sea receptor y performer. La dicotomía de utilizar motivos de la Antigüedad clásica, como en su obra épica Torture of women (1976), para fines de la más rabiosa actualidad, de hacer que las atrocidades cometidas contra mujeres se pongan de manifiesto a través de un excitante combinado de testimonios de actualidad con imágenes arcaicas, de textos del presente más prosaico con imágenes de nuestro pasado más poético; de hacer, en definitiva, eterna una poderosa reivindicación actual.

Es así como la muestra se convierte en inmejorable ocasión para poner sobre el tapete dos cuestiones que, tristemente, siguen de rabiosa actualidad. Por un lado que las guerras, lejos de desaparecer, sigan cruentamente cobrándose vidas inocentes. Vietnam no está tan lejos de Irak y, es por ello, que la artista decidió realizar una instalación en forma de árbol, Maypole: Take no Priosioners (2007) para la Bienal de Venecia bajo la misma temática. Por otro lado la mal llamada violencia de género (ya que como remarcara el escritor Juan José Millás no es una batalla que se luche en el campo del lenguaje) y cuyo verdadero nombre es violencia machista. Sólo en lo que llevamos de año en nuestro país han muerto 52 mujeres a manos de sus parejas-verdugos. Cualquier oportunidad de decir basta ya a estas cuestiones ha de ser aprovechada y parece que la muestra de Spero pone de manifiesto que el campo del arte es inmejorable para ello.

... por Alfredo Aracil

Feminismo es el tópico que suele encabezar la totalidad de los discursos sobre la obra y vida de Nancy Spero. No obstante, tal y como se puede apreciar en las salas del MNCARS dedicadas a esta primera retrospectiva consagrada a la artista norteamericana, el desafío a las esferas encargadas históricamente de producir imágenes y el rechazo a la mediación, al ser representa por los otros, son los impulsos madre que han configurado la obra de esta artista. Y es que, a pesar de lo que haya dicho Baudrillard, las imágenes, al ser hijas de la ciencia, nunca son neutrales por lo que tienen sexo y un pasado –aunque lo desconozcan-. Una situación controvertida que ha convertido a la negación de su status en uno de los principales motores de muchas de las vanguardias norteamericanas del siglo XX, entre las que la obra de Nancy Spero ocupa un lugar paradigmático.

Ahora bien, más allá de la historiografía, a través de este recorrido cronológico hasta la actualidad -compuesto por un total de 178 obras significativas de todos los periodos de su obra-, Disidanzas se yergue ante el espectador como una narración que bien podría ser tildada de neurótica: una historia de no-ficción que abarca a través de imágenes, poesía y activismo político todos los conflictos de nuestro orden social heredado.

La historia de Nancy Spero comienza, como un boicot a la dictadura patriarcal en las artes personificada en el circulo del expresionismo abstracto neoyorkino de los años 50, cuando la artista y su marido, el también pintor Leon Golub, escapan a Paris para dejarse empapar por el espíritu crítico de la revista Tel Quel, publicación por la que por aquel entonces desfilaban nombres como Derrida o Bataille. Y fue precisamente a través del vínculo de estos con el surrealismo, como Spero entró en contacto con la obra de Artaud: personaje clave en su carrera con el compartía un mismo sentimiento de exclusión, un hallarse fuera del límite de lo socialmente construido. De esa época la exposición rescata una serie de obras tituladas Black Paintings. Piezas de carácter expresionista en papel, en las que Spero plasma la soledad y la ansiedad de una vida dedicada al cuidado de los hijos en la que sólo puede trabajar de noche.

Para 1964, la artista vuelve a Nueva York donde encuentra un clima más apropiado para su trabajo. En respuesta al activismo en contra de la guerra del Vietnam, Spero rompe con su aislamiento y realiza las War Paintings: un conjunto de obras concebidas para ser portadas en manifestaciones -que tal vez pierdan un poco de su poder al verse expuestas en marcos-. Se trata de piezas que caminan desde la abstracción hasta una figuración obscena que bebe de los medios de comunicación. Helicópteros, victimas y formas fálicas que nos presentan la guerra como un fenómeno eminentemente masculino.

Por aquel entonces, la artista establece las reglas de una obra fractal, sin evolución teleológica, por la que desde entonces desfila una iconografía de inspiración prediluviana, que va a ser retomada constantemente. Abrazando, ya en los setenta, la teoría feminista como leif motive de su trabajo, Spero convierte, de manera definitiva, el papel en un signo en contra de la masculinidad en el arte, e intenta, a partir de la relectura de Artaud, construir un nuevo lenguaje crítico basado en la desmaterialización de los signos. Sus obras recuerdan a papiros, y están marcados por una fuerte horizontalidad que obliga al espectador a leer a través del ritmo y el silencio, de la imagen y del texto, hasta crear un nuevo alfabeto en el que el cuerpo es el único referente.

Con el comienzo de los ochenta, y hasta la actualidad, su obra se acerca a planteamientos de la instalación, convirtiendo la arquitectura en soporte para una figuración, que tristemente volverá a retomar la guerra como tema para su obra Take No Prisioners. Un último trabajo que evidencia la experiencia de una artista marcada por el debate en torno a la dimensión política que el arte estuvo una vez llamado a ostentar.

NANCY SPERO. DISIDANZAS por Ana Yunuén Sariego

Nancy Spero. Disidanzas

15 de octubre 2008-5 de enero 2009

La exhibición Nancy Spero. Disidanzas, antes presentada en el MACBA, se expone en el MNCARS, ésta es una retrospectiva de la artista que reúne 178 obras ordenadas cronológicamente y abarca desde sus primeros trabajos hasta la obra presentada en la Bienal de Venecia en 2007. Las obras están en su mayoría hechas sobre papel: impresiones y collage y otras son instalaciones.

Nancy Spero (1926) es representante del arte feminista de E.U. y artista crítica de la situación política, social y cultural de su tiempo. Su primera etapa abarca la temática de la guerra, Vietnam y su compromiso político aparecen en la serie War. Bombas, águilas, helicópteros son figuras que presentan agresiva e insistentemente la carga tanático-sexual de la guerra y el desacuerdo y enojo ante ésta.

En los 70 su obra se centra en Artaud, periodo en donde muestra un gran interés por el lenguaje, interpretado éste desde lo corporal y profundo de la naturaleza humana. Los códices comprenden textos y figuras de cabezas sin cuerpo y lenguas salientes (imagen que simboliza al lenguaje como medio de defensa y de repugnancia). Sus trabajos refieren a las fuentes mitológicas, a la danza, al movimiento: el dinamismo es un modo de reiterar la importancia del cuerpo, la sexualidad y el lenguaje.

Posteriormente, Spero militó en movimientos feministas. Torture of Women (1976) presenta noticias de mujeres torturadas en Latinoamérica durante la represión y los golpes de estado. Desde First lenguaje (1981) crea un lenguaje corporal basado en la rítmica, en los 80 realiza instalaciones, época más optimista opuesta a los 90 que pesimistamente marcan una periodo de esperanza ante la existencia de un lenguaje femenino.

A Cicle in Time (1995), bandera colorida que se alza y extiende para que haya un recorrido rítmico y circular, es una obra transitable que integra al espectador a la obra. Finalmente, se expone Take no prisioners/Maypole (2007), instalación sobre la guerra en Irak que expresa la frustración ante una situación que se repite en el tiempo.

Spero da lugar a la alteridad, da voz a lo “otro”, crea un lenguaje abierto en donde el espectador tiene un papel importante. La influencia de Mallarmé, Kristeva y Artaud en Spero subraya la idea del lenguaje como elemento abierto que no se limita a una sola forma de expresión ni de interpretación. El lenguaje como apertura refugia la alteridad, a distintos modos de ser: lo “otro” se presenta, sobre todo, como lo femenino pero así mismo, lo “otro” es la víctima, y también una serie de caminos no canónicos de hacer arte. Tanto la danza, a la que hacen alusión sus obras, como el teatro se patentizan en la participación del espectador, el recorrido de la exposición nos obliga e incita a integrarnos en el movimiento. La lengua es una herramienta con posibilidades inmensas, tanto la expresión verbal como la artística se dan de formas inagotables. En Spero ese lenguaje abierto sigue siendo de un sujeto en proceso, aun cuando las figuras y formas sean recurrentes.

EL HONDO GRITO DE LA ARTISTA por Natalia Braidot

Por medio de bombas fálicas, esputos o lenguas punzantes y utilizando lo irreverente, subversivo y chocante, Nancy Spero (Cleveland, Ohio 1926) comenzó a dar forma a una obra propia de un outsider estético. Bajo el título de “Disidanzas”, las salas del Reina Sofía se abren para explorar la obra de la artista, una exposición retrospectiva realizada en coproducción con el MACBA que cuenta con 178 trabajos.

La envidia del pene freudiana ha hecho que Nancy Spero buscara a lo largo de su carrera artística diferentes respuestas en pos de la reivindicación de la mujer y lo femenino. La histórica trayectoria de la mujer como sujeto que debe morderse los labios y silenciarse, se ha materializado en un profundo grito de la artista, quien muestra y saca la lengua a quien pretenda enmudecerla. El reflejo de esta pulsión se encuentra en dos de sus mejores series Artaud Paintings y Códex Artaud, ambas inspiradas en los violentos escritos de Antonin Artaud. Así como Artaud se vió reflejado en la obra del marginado Van Gogh al escribir Van Gogh el suicidado por la sociedad, Spero utilizó sus escritos para expresar su propia sensación de exclusión del mundo del arte.

Nancy Spero fue durante varios años una artista invisible. Y fue esta invisibilidad la que le llevó a rechazar el lienzo por sus implicaciones masculinas y a optar por el papel, dando origen a un arte en el que contrasta la fragilidad y ligereza del soporte con la aspereza de sus escritos. Es así como al desmitificar la pintura, Spero también quiso mitificar a la mujer. A través de una mirada hacia la historia de todos los tiempos rescató una heterogeneidad de mujeres arquetípicas que pasaron a ser su único lenguaje. Ahora son ellas las protagonistas.

Asimismo, el tema de la guerra es fundamental para Nancy Spero, puesto que se ve envuelta en la lucha política antibelicista, y una de las armas que utiliza es su propio arte. La última obra dentro del recorrido que nos plantea el Reina Sofía es una instalación realizada para la Bienal de Venecia, Maypole: Take no Prisoners (2007) que representa el continuo presente en la obra de Spero, y en nuestra propia historia. La guerra y la violencia siguen allí, Vietnam en 1967 cuando realizó Kill Commies: Maypole, y una reinterpretación de esta misma obra en su instalación del 2007, en este caso sobre el conflicto de Irak.

El montaje expositivo ha querido presentar el trabajo de Spero en forma de un libro exhibido en una biblioteca, pero este ascetismo lumínico perturba la percepción del grito que pretende implicar al espectador. La representación obsesiva y repetitiva de las mujeres, así como la rudeza de las palabras, o las referencias explícitamente sexuales, actúan en la obra de la artista como una cura homeopática a los problemas que plantea. Tal como ocurre con Medusa, una de sus figuras recurrentes, lo abyecto se cura con lo abyecto y es de esta manera que las mujeres de Nancy Spero parecen finalmente liberarse y disfrutar del baile de sus cuerpos.

DISIDANZAS: EL SEXO BÉLICO por Alejandro Rodríguez

Disidanzas, la retrospectiva más ambiciosa que se realiza de la artista Nancy Spero, nacida en Cleveland (Ohio), muestra la evolución de una de las pioneras del arte feminista desde sus trabajos estudiantiles hasta la última Bienal de Venecia, en 2007.

 

Con esta exposición el Museo Nacional Reina Sofía, en colaboración con el MACBA, nos propone un recorrido por las políticas y las poéticas de las que bebe la artista, mediante una cronología exquisita, en la cual el visitante puede hacerse una idea de las metamorfosis paulatinas de una obra poco conocida por el gran público.

 

El montaje, concebido por la comisaria Rosario Peiró y por el director Manuel Borja-Villel , nos acerca, de forma plástica y a veces aséptica , el mundo interior de Nancy Spero, una mujer comprometida con los grandes movimientos políticos de los años 60 (feminismo, antibelicismo, antirracismo), aderezados con inmensas cuotas líricas de vertiente francesa y diversos mitos pertenecientes a diferentes culturas arcaicas.

 

En las primeras salas se presentan las obras de los años 60, que hablan de Vietnam, de la bomba atómica y de la inevitable masculinidad que las ha producido. Símbolos fálicos, grafías obscenas y máquinas destructoras desfilan ante nuestros ojos a través de un lenguaje heredado de los expresionistas estadounidenses y siempre sobre formato papel, desechando el lienzo como elemento represor masculino frente a las artistas. Con ello Spero intenta deconstruir el tradicional imperativo del hombre-artista, un intento desesperado y poco efectivo si tenemos en cuenta que prácticamente todos los artistas han utilizado el papel como vehículo de expresión.

 

De 1969 a 1972, Nancy Spero da un giro a su obra fijando su mirada en la figura de Antonin Artaud, olvidando momentáneamente el activismo, para componer un homenaje crudo al dolor del poeta con el cual se identifica. Este impasse de reflexión significa un exorcismo, una fuerza primordial del artista frente a sus barreras políticas y sociales, un alegato contra la marginación.

 

A partir de aquí, ya sea en friso o a modo de instalación, las féminas danzantes, los ídolos precolombinos de vaginas abiertas, las gorgonas, las figuras neolíticas, la ropa interior femenina, las cabezas colgadas de un Árbol de Mayo, se suceden como en una espiral poética y mítica, haciendo claras referencias a las antiguas culturas matriarcales, lo cual supone una intención feminista sutil pero incisiva, aprovechando al máximo el mito como eterno elemento comunicador. Nancy Spero también se vuelve más colorista en sus últimas décadas, quizá como una satisfacción ante su paulatino reconocimiento, quizá como una forma de eludir el incipiente maniqueísmo, abandonando su trazo enérgico, incluso la grafía, para evolucionar hacia un activismo preciosista. Por ello, si ha de llegar la guerra mañana que sea con Nancy en la trinchera, susurrando a Mallarmè y a Artaud, arrojando con pasión sus mitos desnudos al cuerpo de los hombres necios.

LO VISTO Y NO VISTO por Beatriz Rebollo

Una vez más tenemos que esperar a que se haga justicia con el arte de nuestro siglo, y otra vez más creemos que debemos esperar a que de alguna manera los grandes artistas mueran para que su obra cobre vida. Ahora si y para que sirva de precedente el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía en colaboración con el Museo d’Art Contemporani de Barcelona, reune la más completa retrospectiva que se ha realizado en Europa de la artista feminista estadounidense Nancy Spero.

Como punto de partida y con un gran acierto “Disidanzas”, que es así como se ha dado nombre a este esperado acontecimiento artístico, nos resume en una sola palabra la obra vital de la artista, un combate político, ideológico, social y artístico que se mimetiza con el cuerpo. De una manera cíclica la exposición nos sumerge rápidamente en la lectura comprometida de la obra de Spero (War, 1966-70), por una parte podemos acercarnos a ella identificándola con su carácter crítico y contestatario contra la situación política y artística del momento que le ha tocado vivir (Maypole: Take No Prisioners, 2007), o bien sin ser una prescindible de la otra, podemos acercarnos mediante el disfrute del cuerpo en movimiento (Artaud Paintings, 1969-70), haciendo uso en todo caso de la palabra, y destacando así la labor de Spero como poeta y no tanto como pintora.

La exposición incluye para ello 178 obras organizadas cronológicamente respetando el modo de trabajar de la artista, que son muestra de la relación profunda de Spero con el movimiento feminista (Torture of Women, 1976) independientemente del momento en su obra. ¿Pero por qué se excluye los orígenes de dicho movimiento feminista? Mientras Spero es presentada como una activista y artista feminista e incluso pionera de la escena contestataria de Nueva York de los años 60 y 70, esta exposición se olvida de darnos unas pequeñas grandes pinceladas de los orígenes políticos del movimiento, haciendo una gran labor de recorrido a lo largo de la obra de Nancy Spero pero marginándola completamente de su contexto. El Reina Sofía una vez más ha desaprovechado la oportunidad de rematar una gran retrospectiva, la exposición da valor a la carga política y al compromiso social de la artista pero abandona la verdadera raíz política del movimiento feminista, mientras que el discurso de elogio de la exposición comienza en todos los casos con esa declaración firme de Spero como la gran artista feminista, única, pionera y por lo tanto laureada. A grandes rasgos la ausencia ejemplificadora del rechazo al formalismo del momento y al ambiente artístico dominado por el hombre, el compromiso social e intelectual del grupo, la actividad de la historiadora Lucy Lippard o de artistas como Mary Beth Edelson o Hanna Wilke entre otras, dejan coja la muestra artística desaprovechando un marco incomparable para ensalzar la lucha intelectual del feminismo como unidad en la búsqueda de un nuevo lenguaje y una voz propia. En palabras de Nancy Spero “Mi obra es hija de mi tiempo”.

EN CONTRA DE LO ESTABLECIDO por Libia Pérez

El MNCARS expone hasta el 5 de enero Disidanzas, la primera retrospectiva sobre Nancy Spero realizada en Europa. La exposición, comisariada por Manuel Borja-Villel y Rosario Peiró, viene del MACBA y viajará luego a Sevilla.

El trabajo de Nancy Spero se desarrolla desde los años 60 hasta la actualidad. En este largo recorrido la artista ha ido creando un lenguaje propio que emplea para combatir la guerra, la violencia y el patriarcado. Pinturas rápidas sobre papel que expresan su ira y su repulsión hacia un mundo de hombres dominado por la crueldad. Así, su obra se divide en etapas que, además de corresponder de manera cronológica con su vida, representan las distintas facetas con las que se ha identificado, personal, poética, pública, manifestal y componen el recorrido de la exposición.

Nancy Spero comienza su trayectoria rompiendo con los esquemas predeterminados para el arte de su tiempo, al contrario que lo conceptual o el minimal, ella emplea un lenguaje visceral, de una factura casi infantil. Tras sus primeras pinturas negras, realizadas en Paris, donde residió junto a su marido Leon Gloub y sus dos hijos, Spero vuelve a EE.UU y se implica en la lucha contra la guerra de Vietnam. Sus pinturas de guerra son las más abundantes y rompedoras. La artista sexualiza la violencia, otorga a la guerra cualidades masculinas y la representa de forma soez, con helicópteros que defecan bombas o que directamente se corren sobre las víctimas. Son manifiestos rápidos y directos por la paz.

Durante los años 70 Spero desarrolla su faceta poética, su redescubrimiento de Mallarmé y, sobre todo, de Artaud marcan un hito en su vida que deja una fuerte impronta en su obra. Spero se identifica con Artaud, lo convierte en su alter-ego y habla desde él para expresar su visión de la crueldad. El teatro de la crueldad de aquel se traduce en ella en forma de grandes pliegos de papel que, aunque mantienen el texto, conservan la esencia de la artista.

El universo de los poetas malditos marca su última etapa negativa para llevarle directamente hacia un universo de celebración. Es entonces cuando salta del papel a la pared, dándole a su obra un carácter más público, se interesa por los elementos eminentemente femeninos, como la danza y concibe una especie de alfabeto en el que cada letra es un cuerpo de mujer y el ritmo mallarmiano marca la composición. El público que antes recibía su obra como lector pasa a ser espectador, a implicarse con todo el cuerpo en la percepción.

Encontramos también en esta retrospectiva una serie de instalaciones que vuelven a los temas recurrentes de su obra, la lucha contra la guerra y la explotación de la mujer. La obra que cierra la muestra, Maypole, fue expuesta en la última Bienal de Venecia y se relaciona con la guerra de Irak. La repetición del tema se justifica por la repetición de la historia.

Resulta interesante observar como la obra de una artista pretendidamente marginal, se enmarca hoy en el seno del museo, con sus papeles bien enmarcados y las paredes de las salas que la albergan limpias e inmáculas. Es quizá esta contradicción lo que le resta a la obra de Nancy Spero su carácter contestatario para institucionalizarla y asimilarla al circuito del arte.

SPEROGLÍFICOS por Nuria Rivero

NANCY SPERO. DISIDANZAS.

Comisarios: Manuel Borja-Villel y Rosario Peiró.

Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía. C/ Santa Isabel 52. Madrid.

Hasta el 5 de enero.

Dentro de la nueva línea expositiva planteada en el MNCARS por su director, Manuel Borja-Villel, la artista norteamericana Nancy Spero (Cleveland, Ohio, 1926) recupera la voz, silenciada durante décadas, a través de una gran retrospectiva coproducida con el MACBA, y expuesta con anterioridad en dicho museo. Se trata, por tanto, de un intento de revindicar la figura de una artista comprometida, pionera del arte feminista, con una trayectoria muy personal, pero poco conocida hasta la fecha.

La muestra se plantea en orden cronológico, lo que permite apreciar la evolución artística a la par que existencial de esta artista que, desde Chicago en 1959 rechaza el predominante expresionismo abstracto estadounidense y se instala en París, donde el descubrimiento de la literatura de Artaud o Mallarmé le proporcionan nuevas vías de creación, muy alejadas del resto de arte de su tiempo.

Entre sus Black Paintings de los años 60 está el único lienzo presente en la exposición, soporte que abandona pronto a favor del papel, más delicado e identificado con lo femenino, vinculado con la intención de Spero de crear un arte con voz de mujer, reclamando un lugar dentro de un mundo artístico protagonizado sólo por hombres. La furia por su aislamiento, como artista y como mujer en la sociedad, se reflejará a través de sus figuras con lenguas rojas salientes, (inspiradas en los beatos medievales) y por el modo violento de trabajar la superficie a base de agujerear, quemar o escupir los papeles.

Pero en el estilo único de Spero, su compromiso social y político y sus temáticas sobre la guerra, el dolor, la sexualidad… se plasman con un formato particular. Frente a las pequeñas exposiciones realizadas hasta el momento sobre Spero en Europa, el MNCARS despliega sus trabajos en amplias salas diáfanas, en las que se disponen los paneles de papel a modo de papiros, frisos o manuscritos visuales, en continua interacción con el imponente edificio de Sabatini (especialmente en la instalación sobre pared con textos de H.Cixous), y con el espectador, que debe moverse entre ellos.

Nancy Spero inventa un modo diferente de trabajar con collage, letras estampadas, plantillas… que incluye un lenguaje propio en el cual confluyen los textos, (siempre fragmentos de escritos de otros, como en el Codex Artaud), y las figuras femeninas, apropiadas de la iconografía de la historia del arte y de los medios de comunicación. Esa selección y acumulación de las palabras y del imaginario femenino evoluciona hasta formar lo que podríamos denominar speroglíficos.

Al tiempo, la tarea de recopilación de estas figuras de todas las épocas permite reflexionar paralelamente sobre una historia del arte en clave femenina, sobre el papel de la mujer en las distintas sociedades a través de los siglos y, porqué no, sobre los cambios producidos hasta nuestros días en el mundo artístico y en el ámbito social, donde se pretende lograr una paridad que ya en 1976 revindicaban Spero y otras artistas para las exposiciones.