martes, 21 de octubre de 2008

LO VISTO Y NO VISTO por Beatriz Rebollo

Una vez más tenemos que esperar a que se haga justicia con el arte de nuestro siglo, y otra vez más creemos que debemos esperar a que de alguna manera los grandes artistas mueran para que su obra cobre vida. Ahora si y para que sirva de precedente el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía en colaboración con el Museo d’Art Contemporani de Barcelona, reune la más completa retrospectiva que se ha realizado en Europa de la artista feminista estadounidense Nancy Spero.

Como punto de partida y con un gran acierto “Disidanzas”, que es así como se ha dado nombre a este esperado acontecimiento artístico, nos resume en una sola palabra la obra vital de la artista, un combate político, ideológico, social y artístico que se mimetiza con el cuerpo. De una manera cíclica la exposición nos sumerge rápidamente en la lectura comprometida de la obra de Spero (War, 1966-70), por una parte podemos acercarnos a ella identificándola con su carácter crítico y contestatario contra la situación política y artística del momento que le ha tocado vivir (Maypole: Take No Prisioners, 2007), o bien sin ser una prescindible de la otra, podemos acercarnos mediante el disfrute del cuerpo en movimiento (Artaud Paintings, 1969-70), haciendo uso en todo caso de la palabra, y destacando así la labor de Spero como poeta y no tanto como pintora.

La exposición incluye para ello 178 obras organizadas cronológicamente respetando el modo de trabajar de la artista, que son muestra de la relación profunda de Spero con el movimiento feminista (Torture of Women, 1976) independientemente del momento en su obra. ¿Pero por qué se excluye los orígenes de dicho movimiento feminista? Mientras Spero es presentada como una activista y artista feminista e incluso pionera de la escena contestataria de Nueva York de los años 60 y 70, esta exposición se olvida de darnos unas pequeñas grandes pinceladas de los orígenes políticos del movimiento, haciendo una gran labor de recorrido a lo largo de la obra de Nancy Spero pero marginándola completamente de su contexto. El Reina Sofía una vez más ha desaprovechado la oportunidad de rematar una gran retrospectiva, la exposición da valor a la carga política y al compromiso social de la artista pero abandona la verdadera raíz política del movimiento feminista, mientras que el discurso de elogio de la exposición comienza en todos los casos con esa declaración firme de Spero como la gran artista feminista, única, pionera y por lo tanto laureada. A grandes rasgos la ausencia ejemplificadora del rechazo al formalismo del momento y al ambiente artístico dominado por el hombre, el compromiso social e intelectual del grupo, la actividad de la historiadora Lucy Lippard o de artistas como Mary Beth Edelson o Hanna Wilke entre otras, dejan coja la muestra artística desaprovechando un marco incomparable para ensalzar la lucha intelectual del feminismo como unidad en la búsqueda de un nuevo lenguaje y una voz propia. En palabras de Nancy Spero “Mi obra es hija de mi tiempo”.

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