martes, 28 de octubre de 2008

EL EMBRUJO DE LA INDIA por Alfredo Aracil

Cuando 1951 Jean Renoir realizó la película El Río, el genial cineasta francés, quizás guiado por su inconsciente cultural, artículo un artefacto que a partir de un estructura de melodrama retrataba la simbología fluvial de una India imperturbable y mágica. Eternamente anclada en la tradición. A través de los ojos un de occidental, su mirada circulaba por un sendero de imágenes-tiempo heredadas de un misticismo romántico desaparecido de Europa tras la Revolución Industrial; más cercano a la nostalgia del Walden de Thoreau que a la etnografía desarrollada algunos años más tarde por otra cineasta como Jean Rouch.
Algo queda todavía de aquella India. Sin embargo, a día de hoy resulta imposible pensar en la India como un país arcano. Los medios de comunicación han acabado con la inocencia de la tradición romántica del viajero occidental ensimismado. Actualmente, de cara a realizar un retrato que se quiera profundo -a través del arte- de la situación de la India contemporánea es necesario enfrentarse a su compleja realidad con herramientas útiles, metodologías que esquiven tópicos heredados y huyan del relato colonial como referente.
Y precisamente eso es lo que busca Reflejos de la India, una exposición que se podrá ver en La Casa Encendida hasta el 4 de enero de 2009. Fruto de un trabajo campo de más de dos años realizado por la comisaria Luisa Ortinez -visitando estudios de artistas y sumergiéndose en la realidad cotidiana del país-, la exposición, gracias a la presentación del trabajo heterogéneo de cuatro artistas indios, configura un plano general rico en detalles que prepara a los espectadores españoles para el gran desembarco indio que supondrá ARC0 09.
Sheela Gowda (Bhadravati, 1957), Amar Kanwar (Delhi, 1964), N S Harsha (Mysore, 1969), Anup Mathew Thomas (Kochi, 1977), son los nombres elegidos para representar por medio de instalaciones, videos, pinturas y fotografías, la actualidad de una sociedad efervescente. Un conglomerado de culturas enfrentadas a diario con poderosas contradicciones nacidas de un crecimiento económico hipertrófico, que pronto hará de la India una de las potencias hegemónicas del siglo XXI. En la obra de estos artistas palpita la complejidad de una sociedad que, con un pie en el futuro, mantiene una encarnizada lucha contra fantasmas en forma de tradición milenaria. Un problema al que encima hay que sumarle una serie de disputas culturales contemporáneas compartidas a nivel mundial como la violencia, los problemas de genero, la multiculturalidad, el crecimiento demográfico o el éxodo campo-ciudad.

Dejando a un lado las técnicas comerciales que apuntan al objeto-arte indio como secuela de la locura desatada hace unos años por el arte chino, lo cierto es que la obra de estos cuatro artistas –curiosamente los más internacionales del sistema del arte indio- puede ser considerada desde su ironía y su distancia como una narración significativa de la problemática de la India. No obstante, los bidones de alquitrán, los excrementos de vaca o las fotografías de jerarcas eclesiásticos dispuestos en las diferentes salas de La Casa Encendida constituyen, desde lenguajes dispares y posiciones a veces encontradas, signos que desvelan una problemática común a todas las culturas: cómo conjugar pasado y futuro, urbanismo y religión, democracia y exclusión.
Por otra parte, la muestra cierra su circulo cultural con cuatro videos realizados en la India por Luisa Ortinez. Cuatro piezas documentales fechadas entre 2006 y 2008 sobre cada uno de los artistas participantes, que a modo de work in progess nos transportan a una realidad cotidiana, donde somos testigos de su forma de trabajar gracias a una narración que se remata por medio de las conversaciones de la comisaria con los autores. Además, de manera simultanea a la muestra, La Casa Encendida proyectará en su auditorio una programación de ciclos monográficos autores y temas de videoarte que recogen una serie de propuestas más significativas de la producción contemporánea de la India.

En resumen, una exposición y una serie de actividades que no sólo buscan situar a la India en el mapa del sistema del arte, sino que, a expensas de lo que nos ofrezca ARCO, pretenden construir lazos culturales sólidos con una región todavía salpicada en nuestra mirada por brumas míticas: visiones liquidas como las que un día hicieron huir a los Beatles a la India en busca de una inspiración y una inocencia perdida.

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