domingo, 14 de diciembre de 2008

UN EXPERIMENTO CONSTANTE por Nuria Rivero


Wolfgang Tillmans.
Galería Juana de Aizpuru. Barquillo, 44. Madrid. Hasta el 10 de Enero de 2009.

En las paredes de la galería Juana de Aizpuru despliega el alemán Wolfgang Tillmans (Remscheid, 1968) parte de su heterogénea producción. Se trata de la segunda vez que expone en una individual en esta galería, tras la muestra de 2005, así como una de las escasas ocasiones (junto a Fruiciones, en el Espacio 1 del MNCARS en 1998) que se puede ver en España alguno de los experimentos de este reputado fotógrafo.

Desde su primera exposición individual hace más de veinte años, Tillmans dio muestras de un personal modo de hacer y exponer fotografía, cuestionando el objeto del arte y la práctica de la exhibición. Todo ello le ayuda a lograr un importante reconocimiento, que culminaría con el Turner Prize en el año 2000. La pieza que nos recibe en el pasillo de la galería, Photocopy (Barnaby) remite a sus comienzos en 1994, cuando experimentaba con las impresoras y fotocopiadoras, jugando con las resoluciones de salida y las copias en blanco y negro, tanto de sus trabajos, como apropiándose de imágenes de revistas, que coleccionaba desde adolescente.

En las dos salas que componen la exposición se presentan trabajos de los últimos cuatro años, obras que, en distintas combinaciones, han podido admirarse en anteriores exposiciones de este fotógrafo, especialmente en la galería Maureen Paley de Londres y en el museo Hamburger Bahnhof de Berlin, donde el pasado agosto terminaba una gran retrospectiva, con cientos de obras del artista.

En su conjunto, la exposición reúne todos y cada uno de los géneros que, aunque reinterpretados de modo contemporáneo, aborda Tillmans en su producción: los bodegones, los paisajes de ciudades, los retratos de amigos y personalidades, como el pintor Richard Hamilton, las escenas de protesta y contenido social, así como las imágenes de clubs y fiestas como HMD1, que tanta fama le otorgaron en sus comienzos, cuando colaboraba con revistas alternativas como i-D.

El montaje contiene de nuevo ese sello Tillmans, que escapa de toda concepción tradicional de exposición. Mantiene su modo de colgar las fotografías, sin marco en muchas ocasiones, pegadas directamente en la pared con cinta adhesiva. Juega también con el tipo de impresión y los formatos de las fotografías, que van del habitual 10x15 al 240x180 de la obra abstracta 8407-23, al tiempo que todas las imágenes, especialmente las doce yuxtapuestas sin orden aparente, aunque muy calculado, en la Instalación 3, dialogan unas con otras, en ese proceso de experimentación que supone para Tillmans cada instalación de sus piezas en una galería o museo.

Entre todas ellas se mezclan algunas obras abstractas, que pueden considerarse las más interesantes de la exposición. Parte de las series Lighter y Paper Drop pudieron verse por primera vez en Freedom from the known, en el P.S.1 del MOMA en el 2006, mostrando el nuevo camino abierto por Tillmans, que supone otro tipo de experimentación, en este caso sobre la práctica fotográfica en el laboratorio y el propio papel fotográfico, incorporando un nuevo vocabulario pictórico a su variada producción.

Tanto para los conocedores de su obra como para los que se acerquen a su trabajo por primera vez, estas obras resultarán probablemente las más atractivas, ya que incluso destacan visualmente en la sala, como HMD1, por sus tonos y formatos. Portadoras de una gran belleza, al tiempo, causan cierta inquietud por su ambigüedad, característica que comparten con el resto de la producción no abstracta del artista.

Comparando el Espacio 1 de la galería con los montajes en amplias salas de la Tate Modern en 2000 y 2003 o el Palais de Tokio en 2001, las grandes instalaciones parecen cobrar mayor fuerza en los museos. En cambio, el montaje del Espacio 2 con seis piezas de la serie Lighter, monocromáticas o con degradados resulta muy efectivo. Los colores, el tipo de papel, que se muestra vulnerable, doblado y arrugado y su disposición dentro de cajas de metacrilato, otorgan a estas piezas el carácter tridimensional de objetos valiosos, en los cuales el espectador se ve reflejado, creando una interesante experiencia sensorial.

Marcando una identidad propia desde sus comienzos, la musealización realizada de un modo no jerárquico y la mezcla de originales con copias y páginas de revistas, sigue resultando muy personal, tanto como las composiciones y el tratamiento de la mayoría de sus fotografías, que hacen de Tillmans uno de los fotógrafos más relevantes de nuestra época, dado que ha logrado redefinir los códigos habituales de esta disciplina en todos los niveles, la producción, la exposición y la percepción de sus obras. En cierto modo, cuestiona además todos los mecanismos del arte, asumiendo parte del control que conservadores, comisarios, galeristas e incluso editores tienen habitualmente sobre cómo mostrar las obras en sus respectivos dominios. De este modo, la voz del artista es la que resuena más fuerte, y todos esos espacios son una prolongación del laboratorio, que da cabida a sus variados experimentos fotográficos.

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