domingo, 14 de diciembre de 2008

CUESTIÓN DE PREFERENCIAS por Luis M. Ruiz


Ríos de tinta está haciendo correr la archi(des)conocida intervención de Miquel Barceló en la cúpula de los Derechos Humanos en la sede de la ONU en Ginebra. Acogida con excesiva euforia por unos y vilipendiada con escatológica diligencia por otros, uno no puede dejar de pensar que, una vez más, estamos asistiendo a un hecho que sirve como coartada para hacer política desde la caverna. Además de, con ello, practicar el deporte favorito en este país: opinar desde la más absoluta ignorancia. Muy poca gente hasta ahora ha podido ver la trabajosa y chorreante obra del artista mallorquín (entre ellos yo mismo), sin embargo con una celeridad y presteza ejemplares todo el mundo opina sobre algo que sólo ha visto en fotografías o televisión. El económico es el principal argumento que manejan los detractores de la cúpula. ¿Cómo se le ocurre a zetapé gastarse ese dineral en tiempos de crisis? ¿Y cómo lo hace, además, de fondos para la ayuda al desarrollo? Puede ser más o menos discutible gastarse tal dineral y hacerlo utilizando los citados fondos, pero uno ha de ser coherente. Si se anatemiza la cúpula, también se deberían censurar otros desmedidos gastos en ceremonias de autobombo, como el de la fastuosa ceremonia de inauguración del teatro del Canal en Madrid realizado por el gobierno de Esperanza Aguirre. Sin embargo, aquello pasó desapercibido para todos aquellos que ahora se rasgan las vestiduras por el “caso Barceló”. Parece que el gasto público sólo preocupa de manera selectiva. Reconozco que no me entusiasma que el gobierno se gaste tal millonada en la cúpula de Barceló, pero menos me entusiasma todavía que se lo gastaran, en su momento, en los frescos de Kiko Argüello.

1 comentario:

Danny Lugo dijo...

Esta publicacion me encanto!